Parashá De La Semana, Jaiei Sará.
Por. Adaptación Rav Gabriel Guiber
¿DONDE ESTA LA FUENTE?
“y a los hijos de las concubinas que tuvo Abraham,
Abraham les dio regalos”
(Bereshit 25,6)
Es conocido el relato sobre el sacerdote de otra creencia que decidió hacer caer a los iehudim, provocando la destrucción espiritual, lo alenu.
¿Qué hizo? Aprendió la lengua hebrea y contrató un “More” para que le enseñe Guemara. Ese More hizo lo contrario a lo establecido por la “Halaja”, la ley, ya que está prohibido enseñarle Tora a un no iehudi(salvo en el caso en que el no iehudi tenga la seria intención de convertirse al judaísmo, en ese caso las leyes son diferentes, pero no es nuestro caso, ya que ese hombre sólo pretendía hacer daño a nuestros hermanos).
Bien, el hombre estudió Guemara con el More, y cuando se sintió seguro, ingresó a estudiar en una Ieshiva, desde luego, haciéndose ver como un “Ben Ieshiva”.
Su idea era precisa, en contacto con otros alumnos, tenía la posibilidad de convencerlos para que se aparten de nuestra fe, haciéndolos escuchar cosas despreciables mezcladas con idolatría, y de esa forma, Hashem nos guarde, pretendía hacer “caer” a los alumnos o convertirlos en personas malvadas.
Se sentaba a estudiar con mucha constancia, como los demás alumnos de la Ieshiva. Cuando el Rosh Ieshiva, el gaon rabi Iojanan Aibshitz ztz”l entró al Beit Hamidrash, hizo una mirada global al salón de estudio, y se dirigió, directamente, hacia este alumno. Comenzó a hablar con él, y con su inmensa sabiduría logró enrollarlo con palabras hasta que reconoció quién era y cuáles sus propósitos, haciendo que salga expulsado de la Ieshiva, con gran vergüenza…
Los alumnos, que habían estado en contacto con él, estaban extrañadísimos. ¿Cómo había hecho el Rosh Ieshiva para identificarlo tan rápidamente y para hacerlo confesar? Los alumnos estaban todo el día con este “compañero” sin haberse dado cuenta de nada.
El rab les dijo: pude ver que era diferente, distinto de todo el resto. Todos ustedes, cuando estudian, se mueven con energía, se ven las ganas de estudiar en cada uno. En cambio él, estudiaba inclinado, casi congelado, como si estuviera revisando un error de cálculos. De inmediato entendí que se trataba de un no iehudi…
El rab agregó que recordó las palabras del Zohar Hakadosh, que el alma del iehudi está conectada con los cielos, y todo el tiempo está tratando de absorber espiritualidad. Por eso, los iehudim nos movemos cuando estudiamos o en los tiempos de Tefila, como la llama de la vela, que se mueve y se mueve, sin encontrar descanso…
Y en efecto, así es el alma iehudi. Se desespera por estudiar Tora, por alabar al Creador, esta es la esencia de la vida, llegar a la satisfacción espiritual.
Dichosos son los que, Baruj Hashem, recibieron una educación con Tora, que abrió frente a ellos un mundo maravilloso, tan maravilloso. Un mundo de tanta satisfacción… Un mundo verdadero… El mundo del Iahadut y sus tesoros.
Pero, lamentablemente, hay muchos, muchísimos, que no pudieron ver esos tesoros. Algunos no pudieron conocerlos, y para otros, el camino fue obstaculizado, cuando les arrancaron sus tradiciones.
En sus almas, no tienen descanso, porque están buscando el verdadero camino.
Ponen una mochila en sus hombros, y salen a buscar algo que llene sus vidas. La mochila es muy pesada, pero no les impide hacer una recorrida por las llanuras de la India, y por los montes del Tibet, por los templos (de idolatría) del Nepal o por los monasterios de Birmania…
¿Un iehudi necesita recorrer todos esos lugares donde solamente existe la idolatría? Junto con la pobreza, la discriminación y otras cosas no menos desagradables.
¿Qué podemos decir? Es la moda, hacer turismo en esos países exóticos. Esos países donde sus habitantes viven en la extrema pobreza, están gobernados por una elite, que promociona el turismo. Construyen hoteles imponentes y centros comerciales, sólo para turistas, porque la gente se muere de hambre. Y algunas de las atracciones puede ser, por ejemplo, ese “faquir”, que se pasa sentado en inmóvil durante días, con sus largos cabellos grises que cuelgan sobre sus hombros y las uñas larguísimas. También ese hombre, aunque sea una atracción, muere de hambre. Para entrar a verlo, tuvimos que ingresar entre unos túneles construidos con arcilla.
Hablaba en un extraño inglés, sobre cosas misteriosas, pero todo sin sentido.
El hombre le preguntó a un grupo de turistas iehudim: ¿de dónde son ustedes?
Y contestaron: de Israel.
¿Ustedes son iehudim?
¡Sí!
Entonces, ¿qué hacen aquí? Ustedes son el origen de todo, pueden volver a casa y dirigirse a sus casas de estudio, allí podrán encontrar todo, absolutamente todo…
Lo que nosotros tenemos aquí, y que ustedes están viendo, es sólo una copia mal copiada, una copia borrosa, aquí todo es oscuro, y en Israel, en las casas de estudio de los iehudim, está la luz.
En pocas palabras, este hombre los mandó de vuelta a sus casas, para que salgan de la oscuridad y vayan a buscar la “luz”…
Y esto no ocurrió una vez, ni dos, sino muchas veces. Mucha gente que estuvo allí, volvió aquí, a la tierra de Israel, sabiendo ahora cuál es la verdad. Porque de padre a hijo, de maestro a alumno, les susurraron allí, en el lejano oriente, una gran afirmación: nosotros no tenemos historia, no tenemos un origen de donde sale todo esto, hay una gran verdad, que está en manos del pueblo iehudi.
Y el versículo, está en nuestra perasha: y a los hijos de las concubinas de Abraham, Abraham les dio regalos, y los envió lejos, lejos de Itzjak. Todo esto hizo Abraham mientras seguía con vida, porque, tal vez, sentía miedo de lo que podría pasar si moría y estaban todos juntos. Los envió al este, hacia la tierra de Kedem. Y Rashi explica que les dio regalos y un nombre impuro… Y está escrito en el Zohar Hakadosh que Abraham Avinu les enseñó todas las cosas más bajas de los mundos espirituales.
Solamente Itzjak Avinu estuvo sobre ellos, y aprendió de su padre nuestra Tora y los secretos de la sabiduría, y se excluyó del resto, uniéndose a Hakadosh Baruj Hu, y estudiando cómo Hashem gobierna Su Mundo.
El resto, estudió cosas vanas y bajas, tuvieron una sabiduría fragmentada, fueron hacia la tierra de Kedem, o sea al este, y de ellos se formaron todos los cultos del lejano oriente. Una sabiduría fragmentada y limitada, desde sus comienzos, torcida y nublada, durante decenas de generaciones.
En cambio, aquí, donde guardamos la sagrada Tora, con toda su pureza original, la verdad tan maravillosa, la Santidad, todo concuerda, todo tiene fundamento, nada está en el aire, como en su comienzo, como en su origen…
¿Para qué ir a buscar en pozos rotos, cuando en nuestras manos está la fuente, el origen de todo? Tenemos la fuente de aguas vivas, la sabiduría tan elevada que nunca llega a su fin. Ya lo dijo Shlomo Hamelej (Mishle 8,34): dichoso el hombre que me escucha (a Hashem), que golpea a Mi Puerta todos los días, porque encontrará la vida…
Traducido del libro Maian Hashavua.
Leiluy Nishmat
Israel Ben Shloime z”l
Lea (Luisa) Bat Rosa Aleha Hashalom
Iemima Bat Abraham Avinu Aleha Hashalom
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