jueves, 30 de marzo de 2017

Parashá De La Semana, Vayikrá (Vaikrá 1:1-5:26) 24

Parashá Vayikrá

 



Un llamado del alma

Y Él llamó a Moshé, y Dios habló con él desde la Tienda del Encuentro, diciendo…” (Levítico 1:1).
El verbo ‘llamar’ en hebreo es Vaikrá; si lees el texto en el hebreo original, podrás ver que esta palabra está escrita con una letra alefminúscula. Esto hace que la palabra se parezca superficialmente a una palabra distinta, vaikar, que significa “encuentro al azar”. Ambas palabras suelen ser asociadas en la Torá con la profecía, sólo que la palabra vaikar se utiliza específicamente para referirse a la idea opuesta de ‘llamar’: la intención es retratar la experiencia profética descrita como un mero encuentro casual.
Las personas que son elegidas por Dios para ser profetas están por lo general en un nivel espiritual sumamente elevado; los profetas son amados por Dios (ver Maimónides, Fundamentos de la Torá, Capítulo 7). En ocasiones Dios mantiene una conversación con una persona que está lejos de ser amada; una persona con quien Él se rehúsa a ser asociado. Él habla con este tipo de gente cuando necesita comunicar alguna información vital específicamente mediante ellos; cuando esto ocurre, Dios se preocupa de describir estas conversaciones como que ‘ocurrieron de forma casual’. Él quiere enfatizar que fueron motivadas por la necesidad, y no por la existencia de una relación. Por ejemplo, la palabra vaikar es utilizada para describir el contacto entre Dios y el profeta no judío Bilam (Números 23:16).
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Humildad fuera de lugar

En el contexto de una conversación con Moshé, quien claramente era amado por Dios, la implicancia que conlleva la pequeña alef es falsa e inapropiada. El Baal HaTurim, un comentarista medieval, explica basándose en el comentario de Rashi:
En su humildad monumental, Moshé deseó describir la revelación de Dios a su persona con la misma palabra poco halagadora que es utilizada para describir la conexión de Dios con Bilam; él quería omitir la alef. Dios insistió que escribiese laalef; Él quería enfatizar que Su llamado a Moshé no había sido por azar. Había sido emitido voluntariamente y era la expresión de un profundo afecto. Demasiado humilde como para hacer esto sinceramente, Moshé insertó una pequeña alef.
A pesar de que la humildad es una característica de personalidad admirable, su expresión en esta instancia pareciera ser totalmente inapropiada. El llamado a Moshé no fue emitido a él a título personal, sino como representante del pueblo judío. Este mismo humilde Moshé peleó como un león cuando Dios amenazó con retirar Su conexión especial con el pueblo judío o con él mismo como su representante:
¿Cómo se sabrá que he hallado gracia ante Tus ojos, yo y tu pueblo?; a menos que Tú nos acompañes, y yo y tu pueblo nos distingamos de entre todos los pueblos sobre la faz de la tierra”(Éxodo 33:16).
Rashi (ibid.) interpreta este pasaje como una súplica de que se relacione con los profetas judíos de manera especial: los profetas judíos deben ser tratados con afecto especial como representantes de su nación sin importar cuáles sean sus méritos personales. La descripción de la profecía judía como vaikrá, en contraste con la profecía no judía que es descrita como vaikar, es una consecuencia directa de la propia petición de Moshé.
¿Cómo se entiende que Moshé intente deliberadamente anular la distinción que él mismo luchó para obtener? No es su honor personal el que está en juego; lo que está en juego con la omisión de esta pequeña y crucial alef es la manifestación del estatus especial del pueblo judío ante los ojos de Dios. Por lo tanto, esta no es una ocasión apropiada para demostrar humildad personal.
Para encontrar una respuesta a este problema, primero debemos examinar el tema del libro de Levítico, llamado Vaikrá en hebreo. Luego de una exploración minuciosa nos daremos cuenta que el origen de todo el libro se encuentra en la pequeña alef de nuestra historia.
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El problema con los sacrificios

La parashá de esta semana, Vaikrá, es el comienzo de un libro entero que está dedicado principalmente a la descripción de los diferentes tipos de ofrendas animales y de las reglas que están asociadas con los sacrificios de éstas.
A la mente moderna le es difícil relacionarse con la idea de realizar sacrificios a Dios; no podemos dejar de considerar a los ceremoniosos sacrificios de animales como algo barbárico, una práctica que pertenece a una época más primitiva. Sin embargo, nosotros los judíos rezamos por la reconstrucción del Templo y por el reestablecimiento de los sacrificios de animales tres veces por día; por lo tanto, es importante obtener una mayor comprensión sobre dicha práctica, e intentar entender cómo un ser humano sensible puede aceptarla como una parte esencial para mantener una relación cercana con Dios.
La tradición judía nos enseña que una persona tiene dos almas. Tiene un néfesh ha-Elohit, un ‘alma Divina’, y una néfesh ha-behemit, literalmente un ‘alma animal’. El alma animal está apegada a la sangre y sirve como la fuente de energía de la vida; es la cualidad a la que nos referimos como ‘fuerza vital’. Dios mismo estableció en la Torá:
"Todo hombre de la casa de Israel y de los prosélitos que habitan entre ellos que consumiere sangre, Yo concentraré Mi atención sobre el alma que consuma la sangre y la separaré de entre medio de su pueblo. Pues el alma de la carne está en la sangre y Yo la he asignado para vosotros sobre el Altar, para procurar expiación para vuestras almas; pues es la sangre la que expía por el alma" (Levítico 17:10-11).
El español no es un lenguaje espiritual; le falta el vocabulario necesario para diferenciar entre las diferentes partes del alma. Un alma es simplemente un alma. Pero esto no es así en hebreo —el lenguaje de la Torá—, el cual es muy rico en palabras para describir los fenómenos espirituales.
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Niveles del alma

De acuerdo a la tradición judía, el alma Divina tiene varios niveles:
  1. El nivel más bajo del alma es el néfesh ha-Elohit, una "fuerza vital" espiritual que es un paralelo exacto del néfesh ha-behemit.
  1. Este néfesh está pegado a algo de un nivel espiritual superior, llamado ruaj, lo cual significa ‘espíritu’.
  1. El ruaj por su parte está pegado a la neshamá, lo cual significa literalmente ‘aliento’ de Dios.
  1. Esta neshamá se encuentra eventualmente (por medio de otros dos niveles) pegada a la Shejiná, una manifestación de Dios.
Ya explicamos con gran detalle en nuestro ensayo de la parashá de la semana pasada, Pekudei, a qué nos referimos cuando decimos que la manifestación de la presencia de Dios llamada Shejiná “reside” en el Templo. Nuestra tesis era que dado que el Templo es una parte del mundo físico, la Presencia de Dios, que claramente es un fenómeno espiritual, no podría residir directamente en él. El lugar de residencia de la Shejiná es el alma humana. Cuando el apego espiritual del alma humana a la Shejiná es intenso puede ser "sentido" en términos tangibles, y es precisamente este “apego” el que es detectable en el Templo. Ahora debemos intentar traer esta idea más a la tierra.
Al enfocar su vida en apegar su néfesh ha-behemit —o ‘fuerza vital’— a su néfesh ha-Elohit —su alma Divina— y al extender la conexión a través de los niveles del alma Divina hasta llegar a la Shejiná, el hombre tiene la capacidad de conectar todo el mundo físico —del cual su alma animal es la máxima expresión—, directamente con la Presencia de Dios. La completitud de dicha conexión le provee a laShejiná una autopista que conecta el Trono Divino con el mundo físico. La Shejiná puede utilizar esta autopista para hacer que la Presencia de Dios se manifieste en nuestro mundo.
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Apegos espirituales

¿Pero cómo apegamos nuestro néfesh ha-behemit a nuestro néfesh ha-Elohit? ¿Y cómo extendemos esta conexión a través de los distintos niveles del néfesh ha-Elohit hasta la Shejiná?
Nuestra ‘fuerza vital’ no es sólo una expresión de nuestro néfesh ha-behemit, sino que también es la esencia concentrada del mundo físico. Para poder vivir, debemos comer y beber, debemos tener un techo, y ropas, etc.; extraemos innumerables insumos del mundo físico para mantenernos con vida. La fuerza vital que se apega a nuestra sangre y que circula por nuestros cuerpos no es sólo una expresión de nuestro néfesh ha-behemit, sino que también es la esencia destilada de todos los recursos del mundo físico que son necesarios para mantenerlo.
Cuando aplicamos la energía que nos provee esta fuerza vital para realizar los mandamientos de la Torá, transformamos la esencia del mundo físico en una expresión viviente de las enseñanzas de la Torá. Pero a pesar de que obtenemos la energía necesaria para realizar los mandamientos de la Torá del mundo físico, el empuje y el entusiasmo para cumplir las mitzvot son generados por nuestra alma Divina. El alma animal no siente ningún tipo de deseo de respetar los mandamientos… ¿por qué habría de hacerlo? Sus requerimientos sólo pueden ser satisfechos por insumos que sean extraídos del mundo físico.
Esto significa que cuando utilizamos nuestra fuerza vital para llevar a cabo los dictámenes de la Torá, en realidad estamos transformando nuestras almas animales en vehículos de expresión de nuestras almas Divinas. Dado que el néfesh ha-behemit, la ‘fuerza vital’, es también la esencia destilada del mundo físico, el mundo físico en su totalidad se subyuga al alma Divina del hombre mediante el cumplimiento de los mandamientos de la Torá. La subyugación de la porción animal del hombre ante su parte Divina es el fenómeno que une las distintas partes del alma unas con otras, por lo que ahora podemos apreciar por qué es necesario respetar las mitzvot si deseamos que la Shejiná sea una Presencia en el mundo físico.
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Guerra de almas

¿Pero qué pasa si el alma animal se rehúsa a someterse a su contraparte espiritual? ¿Qué pasa si hace que su dueño viole los mandamientos de la Torá para satisfacer sus propios intereses: el consumo de más insumos del mundo físico?
Como describimos anteriormente, ambas almas tienen una porción denéfesh, por lo que la batalla entre ellas toma lugar en el nivel denéfesh contra néfesh, ya que ambas están a cargo de los movimientos del mismo cuerpo físico y, por lo tanto, cuando el alma animal se rehúsa a someterse ante el alma Divina, lo contrario ocurre: el néfesh ha-Elohit es subyugado al néfesh ha-behemit y se vuelve su cautivo.
A medida que el néfesh ha-Elohit comienza a fundirse con el néfesh ha-behemit, la conexión entre el néfesh ha-Elohit y el ruaj se debilita; el nivel más alto del alma, la neshamá, se desconecta casi totalmente de cualquier conexión con el néfesh; la autopista que conecta el mundo físico con la Shejiná está bloqueada; no hay forma en que la Presencia de Dios pueda manifestarse a Sí misma en el mundo físico.
La presencia de la Shejiná se va del Templo, el cual pierde su significancia espiritual y se transforma meramente en otra edificación física. Si el proceso de desapego no es revertido en un período de tiempo razonable, entonces el Templo es eventualmente destruido, ya que este no puede sobrevivir meramente como un artefacto físico.
La mente y corazón humanos sirven como campo de batalla para la guerra que se desarrolla entre las dos almas, animal y Divina. La vida del hombre en la tierra está constituida por una serie de batallas, y él se ve forzado constantemente a elegir identificarse a sí mismo con una de estas dos almas.

Etapas del desarrollo humano

Para comprender completamente la forma en que opera el proceso de la integración de las diferentes porciones del alma, nos será de gran ayuda relacionarnos con ella en el contexto de las tres etapas básicas del desarrollo humano.
Un ser humano adulto está por lo general en control de su propia vida y por lo tanto tiene el deber de establecer un curso para sí mismo. Una persona se relaciona con el mundo que lo rodea mediante una combinación de cosas. Mira el mundo a través de la ventana de su carácter y actitudes; un lente que fue formado por fuerzas que están más allá de su control; la combinación única de herencia y medio ambiente para él. Pero los juicios que realiza son voluntarios. Él realiza estos juicios en base al conocimiento que ha recogido a lo largo de su experiencia de vida. Él toma decisiones respecto al propósito de su vida, y dirige sus actividades acordemente. La forma de nuestra vida adulta es una expresión precisa de quiénes somos en realidad.
Los niños no pueden expresar completamente su entendimiento en sus vidas. Ellos aún no han desarrollado la madurez o auto-disciplina para someter su comportamiento a su entendimiento. Por eso las vidas de los niños son generalmente manejadas por otros, idealmente por adultos preocupados y maduros. Pero a pesar de que las vidas de los niños no pueden demostrar su visión de las cosas, ellos sí pueden expresar su carácter básico perfectamente.
Precisamente por su falta de autocontrol, el niño es guiado por sus deseos y ambiciones innatas, y es gobernado por sus emociones. No es que los niños tengan mentes débiles; por el contrario, en esa etapa de nuestras vidas estamos en el punto más alto de nuestras capacidades para absorber nueva información. Pero la mente de un niño no es la facultad que él expresa en su vida; en esta etapa de nuestro desarrollo, nosotros sólo podemos expresar nuestros corazones. Si el comportamiento de un adulto es una ventana para el entendimiento e inteligencia, entonces la niñez puede ser considerada una vitrina del corazón.
Un infante ni siquiera puede expresar su corazón. El infante es dominado completamente por la intensidad de su fuerza vital. Esta etapa de nuestro desarrollo es la etapa en la cual mostramos la menor cantidad de individualidad. Casi todos los infantes son similares y expresan las mismas cosas prácticamente de la misma manera. Cuando quieren algo, lloran, y cuando sus necesidades son satisfechas, balbucean y sonríen.
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Desarrollo del alma

Rav Jaim de Volozhin, el famoso discípulo del Gaón de Vilna, explica en su obra Néfesh Hajaim (Portal 1) que la neshamá se expresa en nuestras ideas y pensamientos; el ruaj se expresa a través de nuestras emociones y el habla; y el néfesh sólo se expresa a sí mismo a través de nuestras acciones. Espiritualmente hablando, somos adultos, adolecentes e infantes simultáneamente a lo largo de nuestras vidas en diferentes niveles.
Cuando una persona cumple con un mandamiento de la Torá en el nivel más alto —con un completo entendimiento de qué es lo que está haciendo y de por qué sus acciones son importantes ante los ojos de Dios— toda su alma es capaz de expresarse a sí misma en sus acciones. (Su neshamá se funde con sus pensamientos, su ruaj se funde con la emoción que el invierte, y su néfesh se expresa en el cumplimiento físico propiamente tal). Él es un adulto espiritual, una persona respetable y capaz de mantener una relación madura con laShejiná.
Cuando a él le falta conocimiento de Torá y por lo tanto entendimiento espiritual, sólo es capaz de expresar sus sentimientos espirituales y su carácter mediante el ruaj. Sin entendimiento espiritual él no puede relacionarse con Dios como un adulto espiritual, pero sí es capaz de mantener una relación con Dios en el nivel de padre-hijo, el cual también es un lazo espiritual sumamente intenso.
Pero cuando la persona no es observante, le falta totalmente autocontrol espiritual y es considerado como un infante espiritual. Él puede sentirse alegre o puede llorar, pero no puede comunicarse espiritualmente. Uno puede amar a un infante, pero no hay forma de comunicarse de forma inteligente con él.
Cuando la Shejiná se une con una persona, esa persona se vuelve el representante de Dios en el mundo inferior. Puedes observarla y ver la reacción Divina ante los eventos mundanos. ¿Cómo podría permitirse Dios ser representado por infantes, o incluso por niños? Quien no está en el nivel espiritual de la neshamá es obviamente inadecuado para servir como representante de Dios. Dios sólo puede estar presente en el mundo cuando la sociedad judía tiene un gran número de adultos espirituales.
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Manteniendo la autopista

Ahora tenemos suficiente entendimiento sobre por qué la unificación del alma Divina con el alma animal es necesaria para permitir que laShejiná penetre en el mundo físico. La duración del Templo como una entidad física depende de la habilidad de mantener permanentemente el estado de unidad entre estas dos almas. Por lo tanto, si hay un deseo de preservar el Templo por un periodo de tiempo, debemos proveerle al hombre un mecanismo que le permita volver a unir el alma animal con el alma Divina cuando se produzca un corte, algo que forzosamente ocurrirá:
El ser humano que sólo hace bien y que nunca peca no existe en la tierra” (Kohelet 7:20).
Salirse del angosto y recto camino es un destino inevitable para el hombre. La autopista que utiliza la Shejiná para entrar al mundo requerirá necesariamente constantes reparaciones. El Templo no puede mantenerse como una estructura permanente en el mundo físico sin un método para llevar a cabo dichas reparaciones.
De ahí proviene la necesidad de sacrificios animales.
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El rol de los sacrificios animales

La fuerza vital del sacrificio animal es un pariente cercano del alma animal humana, la cual alberga la energía vital humana. Cuando una persona compra un sacrificio, la fuerza vital del animal se transforma en una expresión de la fuerza vital de su propietario. El dinero que él gastó en la compra fue adquirido mediante trabajo duro y esfuerzo que generó su propia fuerza vital. Los recursos del mundo físico que fueron utilizados para energizar el alma animal del propietario le proveyeron la energía para llevar a cabo dicho trabajo y esfuerzo.
El animal a sacrificar es por lo tanto una expresión del alma animal del propietario. Cuando éste es ofrendado a Dios en el altar, es la propia alma animal del propietario —la cual se fusionó con la del sacrificio— la que está siendo metafóricamente puesta sobre el altar; el acto de sacrificio le permite unirse una vez más con la Shejiná. La separación entre el alma animal y el alma Divina es reparada, la autopista hacia Dios es arreglada y el Templo puede continuar existiendo.
Obviamente esto sólo ocurre cuando el sacrificio es ofrecido de forma adecuada. Todos los sacrificios deben seguir el modelo de la akedáde Itzjak, el atamiento de Itzjak (Shaarei Haavodá, Rabenu Iona); el propietario debe ver al animal como su reemplazo. Él debe relacionarse con la sangre que es rociada en el altar y con los interiores que son quemados por el fuego como que fueran sustitutos de su propia sangre e interiores; los órganos del sacrificio representan sus propios órganos, los cuales realizaron los actos impropios que causaron que las partes de su alma se separaran entre ellas y de laShejiná.
Y tal como no puedes tener sacrificios sin un Templo, es imposible mantener un Templo sin sacrificios.
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Un requerimiento Divino

Ahora estamos listos para volver a la pequeña alef de Moshé.
Dios llamó a Moshé. ¿Por qué? Si hubiera sido meramente para llamar su atención, no habría habido necesidad alguna de escribir este hecho. El llamado no habría jugado ningún rol en relación a la conversación subsecuente; es bastante obvio que es imposible hablar con una persona sin llamar primero su atención.
Rashi (Levítico 1:1) cita a nuestros sabios que nos dicen:
Este llamado a Moshé es mencionado para enseñarnos que cuando Dios quería enseñarle un nuevo mandamiento, primero lo llamaba afectuosamente, diciendo “Moshé, Moshé”. [Esta es] la forma de comunicación que es empleada por los ángeles, quienes se llaman uno al otro y dicen ‘Santo, Santo, Santo’ (Isaías 1:6-7).
El llamado es una invitación a acercarse; Dios quiere comunicarse con Moshé desde cerca y no desde la distancia. El propósito de la llamada es determinar la calidad de la comunicación subsecuente, y no meramente iniciarla.
Como hemos descrito, el acercamiento a Dios ocurre mediante la ascensión de las tres etapas de santidad que son representadas por la frase Santo, Santo, Santo que es pronunciada por los ángeles. Elnéfesh debe conectarse con el ruaj, el ruaj con la neshamá y laneshamá debe conectarse con la Shejiná. Sólo entonces uno puede hablar con Dios cara a cara, por así decir:
Boca a boca hablaré Yo con él, en una visión clara y no con acertijos; y verá la imagen de Hashem” (Números 12:8).
Dios desea cercanía con Moshé. A medida que Moshé asciende por los niveles de santidad, la Shejiná desciende por los mismos niveles hasta el mundo físico; todo se funde en uno.
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Autopista hacia el Cielo

Moshé atribuye su habilidad para escalar los niveles de santidad a los llamados de Dios. Es sólo debido a que Dios lo acerca a Él que él se diferencia de Bilam. Si fuera por sus propios méritos, él se mantendría atascado en el mundo físico en el nivel espiritual de néfesh, forzado a comunicarse con Dios desde una distancia tan grande que la misma conexión se sentiría como algo accidental. Su deseo de omitir la alefno describe la calidad de la comunicación, sino que describe su valoración sobre el tamaño de su propia contribución espiritual.
Pero Dios atribuye Su cercanía a Moshé a la propia habilidad de Moshé de establecer la autopista que le permite a la Shejinádescender al mundo físico. Él insiste en el uso de la alef como una expresión de Su valoración del tamaño de la contribución de Moshé. El Templo es un microcosmos del universo y de todo lo que contiene, los cielos y la tierra condensados en una pequeña área. El hombre asciende y la Presencia de Dios desciende.
Dios le dijo a Moshé que escribiera la alef. Es mediante la autopista espiritual que construye el pueblo judío que Dios ingresa al mundo físico y llama a Moshé para que se acerque. Es gracias a que la distancia entre los cielos y la tierra se ha reducido por medio del esfuerzo humano que Moshé es capaz de responder al llamado de Dios y puede efectivamente cerrar una brecha que es tan amplia como el universo mismo.
Como en toda relación sana, cada lado percibe que la contribución del otro es más significativa que la propia. Efectivamente este es un lugar perfecto para la expresión del rasgo de humildad.
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La escalera de Yaakov

Yaakov fue el primero en tener una visión de una casa que contenía la Presencia de Dios en la tierra. En ese lugar, sobre el cual eventualmente se erguiría el Templo de Dios, él tuvo una visión:
Una escalera había sido colocada sobre la tierra y su extremo llegaba hasta el cielo. Y he aquí que había ángeles de Dios que subían y bajaban por ella. Y he aquí que Dios estaba de pie frente a él, y le dijo: ‘Yo soy Hashem, Dios de Abraham, tu padre, y Dios de Itzjak. La tierra sobre la cual yaces te la daré a ti y a tus descendientes’” (Génesis 28:12-13).
Cuando Yaakov se despertó, exclamó:
¡Qué impresionante es este lugar! ¡He aquí que este lugar es la Casa de Dios, y ésta es la puerta del cielo!” (Génesis 28:17).
Rav Jaim de Volozhin explica:

Esta escalera no es otra que el alma del hombre. Es la fuerza que conecta los cielos con la tierra y que permite que los ángeles asciendan y desciendan. Permite que la Shejinádescienda a la Tierra Santa, la cual por lo tanto es consagrada a los descendientes de Yaakov y transforma al Templo en las puertas del cielo, a través de las cuales los rezos del pueblo judío pueden ascender libremente.
Extraído de Aish latino

jueves, 23 de marzo de 2017

Parashá De La Semana, Pekudei (Shemot 35:1-40:38) 23

Comentario de la Parashá Pekudei 

Resultado de imagen para Parashat PekudeiAlgunos años se lee en la Torá las últimas dos parashot del libro de Shemot juntas, en un mismo shabat.  Ellas son: Vaiakhel y Pekudé.  Esto se debe al hecho de que toda la Torá está dividida en 54 parashot mientras que en el año hay generalmente menos de esa cantidad de sábados por un lado, además de que a veces las fiestas caen un día sábado, y en ese caso no se lee de la Torá la parashá que correspondería, de acuerdo con el orden de las parashot, sino que es reemplazada por una lectura especial relacionada con el tema de la fiesta, posponiéndose la parashá semanal.
Entre otras importantes enseñanzas, de esta parashá podemos aprender acerca de la importancia suprema que nuestra Sagrada Torá le confiere a la mujer.  La Torá nos indica acerca de lo bien encaminado que debe ser su comportamiento, además de lo cuidadosamente pensada que debe ser su función sobre la faz de la tierra.   
Después de que en las parashot anteriores la Torá relató la orden de la construcción del Mishkán con todos sus elementos y detalles, en Vaiakhel y Pekudé, la Torá describe cómo el pueblo de Israel cumplió al pie de la letra la orden Divina.
Uno de los elementos que debía contener el Mishkán era el kior.   En la parashá pasada - parashat Ki Tisá - vimos que D'os le ordenó a Moshé construir un kior que debería ser de cobre y también debería tener una base hecha de cobre (30:17-21).  El comentarista Rashí (Rabí Shelomó Itzjaki 1040 - 1105) nos explica que el kior era una especie de tanque que tenía algo así como canillas o grifos.  De él, los cohanim (sacerdotes) deberían tomar el agua necesaria para lavar sus manos y sus pies, purificándose antes de servir en el Mishkán.
En nuestra parashá (Vaiakhel), la Torá nos relata cómo fue hecho el kior.  Todos los elementos del Mishkán - incluyendo las ropas de los cohanim - fueron construidos o confeccionados con las donaciones de los hijos de Israel, sin embargo el kior fue construido con materiales especiales que no provinieron de una donación común del pueblo.  Dice la Torá:     
"E hizo el kior de cobre y su base de cobre, de los espejos de las que se reúnen, que se reunieron a la entrada de la Tienda de Reunión" (38:8).
La Torá nos dice que el kior y su base fueron hechos "bemarot hatzoveot asher tzaveú pétaj Óhel Moed".  El Óhel Moed era la Tienda de Reunión, lo que generalmente llamamos el Mishkán, es decir el Santuario; ¿pero qué significa la raíz hebrea compuesta por las letras "tzadi""bet" y "álef", que forman las palabras tzóveot y tzaveú?
De los principales Sabios de la Torá - como ser Rabenu Saadiá Gaón (884 - 942) en su traducción de la Torá al árabe, Rashí, y Radak (Rabí David Kimji, 1160 - 1235) en su libro "Séfer Hasharashim", entre muchos otros - se entiende que esta raíz significa "reunirse o congregarse con un objetivo" y es por eso que tradujimos este pasuk (versículo) como: "de los espejos de las que se reúnen, que se reunieron a la entrada de la Tienda de Reunión".  Y es por eso que de esta raíz proviene la palabra "tzavá" que significaría: "personas reunidas para la guerra", o en una sola palabra: "ejército".
En general, respecto del resto de los elementos del Mishkán, la Torá no detalla quién donó la materia prima para su construcción, y a pesar de que ya entendimos lo que significa nuestro pasuk, todavía no comprendimos por qué la Torá detalla que el cobre para la elaboración del kior fue tomado de la fundición de los espejos que donaron aquellas mujeres que se reunieron en la entrada de la Tienda de Reunión.  Pero el midrash Tanjumá (citado por Rashí) interpretando la palabra tenufá (que literalmente significa "ofrenda"), nos explica un poco más en detalle la cuestión:
"'Estos son los cómputos del Mishkán…' (38:21), 'Y el cobre de la tenufá (ofrenda)…' (38:29) - 'Y el cobre de las esposas' - pues en griego, 'esposa' se dice 'ninfi'.  [Según el midrash, la palabra tenufá (ofrenda) se puede interpretar a través del vocablo griego ninfi (esposa), que proviene de la misma raíz que la palabra tenufá].
Cuando el pueblo de Israel estaba sometido a trabajos forzados en Egipto, el Faraón decretó sobre ellos que no duerman en sus casas, para que no cohabiten con sus esposas.  Dijo Rabí Shimón Bar Jalaftá: ¿Qué hacían las hijas de Israel?  Cuando ellas descendían para extraer agua del río, D'os hacía que pequeños peces se introduzcan en sus vasijas, y ellas los vendían y los cocinaban, y con ellos compraban vino, e iban al campo y les daban de comer a sus maridos allí… Después de que comían y bebían, tomaban los espejos y se miraban en ellos junto con sus maridos.  Ella decía: 'soy más linda que tú' y él decía: 'yo soy más lindo que tú', y así se despertaba el deseo y cohabitaban, y D'os hacía que se embaracen inmediatamente…".
Gracias a esto, el número de los hijos de Israel se incrementó rápida y milagrosamente, hasta tal punto que la Torá dice: "Y los hijos de Israel fructificaron y proliferaron, aumentaron y se incrementaron mucho, mucho; y se llenó la tierra de ellos" (Shemot -Éxodo- 1:7).  
Sigue diciendo nuestro midrash:
"…Y todas estas cifras gracias a los espejos… Gracias a aquellos espejos mediante los que se miraban con sus maridos y despertaban su deseo que estaba adormecido a causa de los trabajos forzados, dieron a luz todos esos ejércitos, [como dice la Torá]'…y fue en este día que salieron todos los ejércitos de D'os de la tierra de Egipto' (Shemot 12:41)[¿a quién se refiere el versículo al decir que los 'ejércitos de D'os' salieron de Egipto?], dice ahí: 'Y fue en este día que sacó D'os a los hijos de Israel de la tierra de Egipto de acuerdo con sus ejércitos' (Shemot 12:51) [es decir que se refiere a los hijos de Israel].  
Cuando D'os le ordenó a Moshé hacer el Mishkán, todo el pueblo de Israel trajo sus donaciones.  Hay quienes donaron plata, y hay quienes donaron oro o cobre o piedras preciosas, ellos prontamente trajeron todo.  Dijeron las mujeres: ¿Qué podemos nosotras dar como donación para el Mishkán? Y trajeron los espejos a Moshé.  Cuando vió Moshé esos espejos se enojó con ellas… [Rashí explica que el motivo de su enojo fue que los espejos están hechos para eliétzer hará (impulso del mal)]  Le dijo el Santo - bendito es Él - a Moshé: Moshé… estos espejos fueron los que provocaron que hayan habido todos estos ejércitos en Egipto.  Tómalos y haz de ellos el kior de cobre y su base, para los sacerdotes, para que a través de él se santifiquen los sacerdotes, como está escrito: 'E hizo el kior de cobre y su base de cobre, de los espejos de las tzoveot…' que hicieron ejércitos mediante esos espejos [tzavá - ejército].  Y es por eso que dice: 'Y el cobre de la tenufá (ofrenda)…'(38:29), esto se refiere al cobre de las esposas".
Por el mérito de mujeres justas y piadosas es que fuimos redimidos de la tierra de Egipto.  Los hombres de aquella generación habían perdido las esperanzas acerca de un futuro mejor a causa de la esclavitud.  Sin embargo, por el lado de las mujeres esto no era así.  Ellas elevaron su corazón al cielo y no dejaron que sus se desmoronen bajo la pesadez de los ladrillos de las pirámides egipcias.
Por un lado, ellas deseaban que la familia - base y pilar indiscutible de la vida judía - continúe desarrollando su importante función, y por otro lado - a diferencia de los hombres - ellas entendieron que sin ningún lugar a dudas, la continuidad del pueblo de Israel dependía de las futuras generaciones.  (Véase también el Midrash citado por Rashí al comienzo del capítulo 2 del libro de Shemot).
Pero no solamente en aquella generación es que las mujeres del pueblo de Israel fueron consideradas de una manera tan distinguida.  A lo largo de todo el Tanaj (Biblia) encontramos a muchas mujeres desempeñando roles de juezas o de profetizas o de matriarcas o de dirigentes del pueblo de Israel.  También es conocida la expresión del gran sabio de la Mishná, Rabí Akivá, al decirle a sus alumnos que toda la Torá que él pudo estudiar y transmitir, fue gracias a los méritos de su esposa.  
Pero no debemos olvidarnos de un importante detalle.  Este midrash nos enseña que las mujeres del pueblo utilizaron todos los elementos que tenían a su alcance para lograr su objetivo.  Ellas no utilizaron la belleza y la seducción con las que el Creador las dotó, de una manera errónea y prohibida de acuerdo al camino de nuestra Sagrada Torá.  (Sólo una de ellas se alejó de su pueblo uniéndose con un hombre egipcio!).  Ellas supieron mantenerse en el camino del bien sirviéndolo a D'os con todo su cuerpo y con toda su alma, con pureza de corazón y fe en el obrar.      
Para finalizar, citaremos el final del midrash recordado anteriormente:
"Dijo el Santo - bendito es Él: En este mundo ustedes donaron para el Mishkán que expía por ustedes, y [es por eso que] en el futuro por venir Yo expiaré por ustedes y los amaré a ustedes gratuitamente, como está escrito: 'Yo aceptaré su retorno y los amaré gratuitamente…' (Oshea -Oseas- 14:5).  Dijeron [los hijos de Israel]: No tenemos Mishkán ni Templo.  Que sea considerada delante de Ti la plegaria de nuestra boca, como la donación del Mishkán, como dijo David: 'Las donaciones de mi boca acepta, por favor, D'os…' (Tehilim -Salmos- 119:109)(Tanjumá Pekudé, 9).

Temas de la Parashá
Shemot (Éxodo) 35:1 - 40:38
Nuestra parashá habla sobre los siguientes temas:
Primera aliá (35:1-29):  La observancia del shabat.  Moshé le ordena al pueblo la construcción del Mishkán (Santuario).  Las ofrendas del pueblo de Israel.
Segunda aliá (35:30 - 37:16):  Los constructores del Mishkán.  La construcción del Mishkán.  La construcción del arca.  La construcción de la mesa.
Tercera aliá (37:17-29):  La construcción del candelabro.  La construcción del altar del incienso.
Cuarta aliá (38:1 - 39:1):  La construcción del altar de los sacrificios.  La construcción del kior (lugar de lavado).  La construcción del patio del Mishkán.  Los cómputos de los materiales utilizados en la construcción del Mishkán.
Quinta aliá (39:2-21):  La confección del efod.  La confección del jóshen.
Sexta aliá (39:22-43):  La confección del manto.  La confección de las túnicas y otros elementos.  La confección del tzitz.  La bendición de Moshé.
Séptima aliá (40:1-38):  La orden de la inauguración del Mishkán.  La erección del Mishkán. La nube y los desplazamientos.

Estudiando algunos midrashim
Extraido de El Midrash Dice. Edit. Bnei Sholem

Moshé Congrega a K-lal Israel para Enseñarles las Leyes de Shabat

La parshá de Vaiakhél describe cómo el Mishkán fue construido. Es precedida, no obstante, por una advertencia de observar las leyes de Shabat.
En el día siguiente a Iom Kipur, Moshé congregó a K-lal Israel íntegro y les dijo, "Trabajo puede ser realizado durante los seis días de semana. No obstante, en el séptimo, ustedes deben abstenerse de toda labor." Moshé les enseñó a los Benei Israel las detalladas halajot (leyes) de las treinta y nueve labores principales (avot melajot) cuya realización está prohibida en Shabat. Moshé concluyó con la advertencia, "Quien viole el Shabat a pesar de haber sido advertido y en la presencia de dos testigos incurrirá en el castigo capital. Aún si el Beit Din está imposibilitado de ejecutarlo porque una de las dos condiciones precedentemente mencionadas no es cumplida, él ciertamente no escapará a la retribución Divina."
¿Por qué Hashem le ordenó a Moshé exhortar al pueblo a guardar los preceptos del Shabat antes de instruirlos acerca de construir el Mishkán?

El rey estaba planeando construir él mismo un nuevo palacio. Convocó a los mejores arquitectos y se asesoró con ellos por horas y horas. Les dio instrucciones detalladas sobre cómo planear el magnífico edificio que él tenía en mente, los espaciosos cuartos, el techo como torre, los portales a la entrada, y el lujoso diseño interior. La reina advirtió con desagrado que él pensaba sobre su nuevo palacio día y noche. Durante una de sus sesiones con los arquitectos, ella se introdujo dentro del cuarto y se quejó, "¡Vos estáis tan absorbido en vuestros planes que ya no me concedéis un solo pensamiento!"
El rey reconoció la verdad de su argumento. Inmediatamente ordenó que al día siguiente, una fiesta debería ser celebrada en honor de la reina.

Similarmente, el Shabat se quejó a Hashem, "Tú me santificaste durante los Seis Días de la Creación.¡Ahora los judíos probablemente están por profanarme a causa de su gran amor por el Mishkán que están erigiendo para Ti!"
Hashem por consiguiente le ordenó a Moshé enfatizar al pueblo que las leyes de Shabat no debían ser descuidadas a causa de la construcción del Mishkán.
Moshé les enseñó a los Benei Israel entre muchas otras halajot que estaba prohibido encender un fuego en Shabat. (Los Kohaním fueron permitidos encender un fuego en el Mishkán con el fin de ofrendar los korbanot de Shabat. Fueron, no obstante, prohibidos de realizar aquella precisa misma labor para propósitos privados.)

El malvado emperador Adriano desafió a R. Iehoshúa ben Jananiá, diciendo, "Yo soy más grande que vuestro maestro Moshé."
"¿Cómo es eso?" interrogó R. Iehoshúa.
"Muy simple," replicó Adriano. "Yo estoy vivo, y él está muerto. ¿No dicen vuestros libros, "Mejor un perro vivo que un león muerto" (Kohelet 9:4)?"
R. Iehoshúa le dijo, "Yo reconoceré la verdad de vuestras palabras si vos podéis cumplir una condición.¡Decretad que vuestros súbditos, como regla de una vez, no pueden encender ningún fuego por tres días consecutivos!"
"¡Nada más fácil que eso!" consintió Adriano, y emitió una orden a aquel efecto.
En la noche, ellos dos permanecían sobre la terraza del techo de Adriano.
R. Iehoshúa miraba a las casas de la ciudad y advirtió humo elevándose de la chimenea de una casa a la distancia.
"¿No prohibísteis encender un fuego?" él preguntó al emperador.
Un mensajero fue enviado a aquella casa. Retornó con el reporte que un hombre noble vivía allí, y su facultativo le había ordenado beber bebidas calientes para curar su resfriado. El había encendido el fuego para aquél propósito.
"Vos véis," R. Iehoshúa ben Jananiá se dirigió a Adriano, "vuestros súbditos no hacen caso de vuestras órdenes aún mientras vos estáis vivo. Este hombre podía fácilmente haber esperado otro día para encender el fuego. Nuestro rebe, Moshé, nos advirtió a nosotros dos mil años atrás, `¡No encendáis un fuego en Shabat!" ¡Hasta el día de hoy, ningún fuego es encendido en ninguna casa judía en el Shabat!"

La Construcción del Mishkán Revela el Verdadero Carácter de Belleza Espiritual de K-lal Israel

K-lal Israel proclama, "Shejorá aní venavá / Yo soy negra, no obstante hermosa" (Shir Hashirím 1:5).

Esta afirmación parece ser contradictoria; ¿no son negrura y belleza dos extremos opuestos? Cada uno de estos dos atributos, no obstante, se refiere a una etapa diferente en la historia de K-lal Israel. Los Benei Israel proclaman,

- "Yo soy negra, cuando mis propias acciones son tomadas en consideración, pero hermosa considerando las acciones de mis ancestros."

La princesa una vez cometió una transgresión y fue desterrada de la corte real. Fue forzada a ganarse la vida recolectando la cosecha de los campos junto con los granjeros comunes.
Investigación posterior de su mal acto trajo a la luz el hecho de que no tenía que ser culpada por el crimen. Más bien, fue una de las criadas en el palacio quien había causado todo el problema.
La princesa fue por lo tanto convocada para retornar a la corte real, pero ella ya no era la hermosa doncella que había sido anteriormente. Su delicada piel había sufrido de la exposición al sol abierto en los campos. Estaba ahora bronceada por el sol y parecía negra y fea. Cuando las mujeres nobles llegaron al palacio para visitar, se burlaron ante la vista de la negra princesa.
"¿Por qué vosotras me contempláis con desdén? la princesa les preguntó. "Yo sólo necesito un buen bálsamo y algunos baños para curarme. Estos me harán tan hermosa y blanca como solía ser. Pero vosotras todas nacísteis con piel oscura.¡Todos los cosméticos y baños en el mundo entero no tornarán vuestra piel blanca!"

Similarmente, K-lal Israel posee la kedushá innata que heredaron de sus grandes ancestros. Aún a pesar de que su belleza pueda a veces ser ensombrecida por la influencia del ietzer hará (el impulso que lleva a hacer el mal) y de las naciones, su negrura es sólo superficial. Tan pronto como ellos se esfuerzan a sí mismos un poco, son capaces de hacer teshuvá (arrepentimiento) y recobrarán su natural belleza espiritual.

K-lal Israel afirma además:

- "Yo fui negra en Egipto, 
pero hermosa al pronunciar naasé venishmá en Har Sinai."

- "Yo fui negra cuando me rebelé en el Iam Suf,
pero hermosa cuando yo exclamé allí, "Este es mi Di- s, y yo lo glorificaré a El.""

- "Yo fui negra en el incidente del jet haeguel,
pero hermosa en la construcción del Mishkán."

Los Benei Israel fueron conducidos a hacer el Becerro de Oro a causa de las persuasiones del Satán. Tan pronto como Moshé regresó, sin embargo, ellos voluntariamente accedieron a la eliminación del eguel y al castigo de muerte de los pecadores. Su gran anhelo de expiación y la restitución de la shejiná a su medio fue probado por sus vastas donaciones para el Mishkán. De tal modo manifestaron el verdadero carácter de K-lal Israel el carácter de belleza espiritual, natural.