Saliéndonos de nuestro propio mundo
Hacia el final de la parashá, Iosef se encontraba en una situación desesperada: llevaba 10 años en prisión y no habían perspectivas de una pronta liberación. Pero en ese momento ocurrió el incidente de la interpretación de los sueños de los ministros del Faraón, el cual dio comienzo al proceso de su meteórico ascenso que culminó con su nombramiento como virrey de todo Egipto.
Hay un versículo en particular que señala el comienzo del drástico vuelco de la fortuna de Iosef. Después de tener sus respectivos sueños, ambos ministros estaban muy apesadumbrados por no saber sus significados. En ese momento, Iosef vio sus rostros alicaídos y les preguntó: "¿Por qué sus rostros están decaídos hoy? (1)". Esta pregunta, que pareciera irrelevante, llevó a la interpretación de los sueños que eventualmente resultó en la liberación y el increíble ascenso al poder que vivió Iosef.
Si Iosef nunca les hubiera preguntado por qué estaban alterados, entonces los ministros probablemente nunca le habrían contado sus problemas y Iosef hubiese perdido la gran oportunidad para ser liberado.
Pareciera que el pequeño acto de consideración que tuvo Yosef no es particularmente destacable. Pero la verdad es que, considerando su situación en ese momento, sí lo es: Iosef llevaba 10 años viviendo en pésimas condiciones y no tenía una posibilidad realista de ser liberado. Por lo tanto, tenía todo el derecho a estar absorto en su propia situación y consecuentemente a no advertir las expresiones faciales de quienes lo rodeaban. Es más, Iosef debía servir a los dos ministros, quienes eran personas muy importantes en Egipto, y por lo tanto es muy probable que ellos lo hayan tratado con desprecio y que no le hayan prestado nada de atención. Sin embargo, él se sobrepuso a todos esos factores y mostró interés por ellos.
Es muy tentador vivir absortos en nosotros mismos y no reconocer las necesidades de los demás. Una de las claves para ser verdaderamente generosos es superar nuestra absorción en nosotros mismos y advertir el mundo que nos rodea. En ocasiones, esto requiere incluso que ignoremos nuestras propias necesidades por el bien de los demás.
El ejemplo más obvio de esto lo encontramos un poco antes en nuestra misma parashá, cuando Tamar estaba siendo llevada a la hoguera. Ella podía perfectamente salvar su vida si decía que los ítems que estaban en su posesión eran de Yehudá. Sin embargo, ella le dio más importancia a la vergüenza que sentiría Yehudá si lo delataba y por eso no lo hizo (2).
La Guemará aprende de esto que una persona debe dar su vida antes de avergonzar a alguien (3). Esto nos enseña que hay ocasiones en las que estamos obligados a darle más importancia a los sentimientos de los demás que a los propios.
Los hombres rectos personifican esta capacidad para dejar de lado las necesidades propias en favor de los demás. En una ocasión, un estudiante iba a llevar a Rav Moshe Feinstein en su auto. Cuando el rabino estaba subiendo al auto, el estudiante cerró la puerta e inadvertidamente le apretó los dedos, ante lo que Rav Moshe permaneció completamente silente como si nada hubiera pasado. Un confundido observador le preguntó por qué no había gritado, a lo que el rabino le respondió que el estudiante se hubiera avergonzado mucho por haberle causado dolor y, por lo tanto, lo mejor era controlarse y permanecer en silencio. Esta es una historia muy conocida, pero vale la pena analizarla: Rav Feinstein demostró la capacidad para ignorar sus propios sentimientos con el objetivo de evitar el sufrimiento de otro judío.
Pero no es sólo en tiempos de dolor que deberíamos enfocarnos en los demás. Rav Aharón Kotler fue con su hijo Rav Shneur a ver a Rav Isser Zalman Meltzer (el suegro de Rav Aharón) para saludarlo antes de viajar a Israel para la boda de Rav Shneur. En lugar de escoltarlos a la calle cuando se iban, Rav Isser Zalman se detuvo a mitad de camino, en medio de la escalera. Cuando le preguntaron por qué se detenía, él explicó: "Mucha de la gente que vive en esta zona tiene nietos que fueron asesinados por los nazis, imaj shemam. ¿Cómo podría yo bajar a la calle y abrazar a mi nieto, haciendo públicamente alarde de mi alegría, cuando esta gente no puede hacer lo mismo? (4)".
Estas demostraciones sobrehumanas de generosidad pueden servirnos como inspiración. Hay muchos ejemplos en los que podemos superar nuestra absorción en nosotros mismos y ser conscientes de las necesidades de quienes nos rodean. Cuando caminamos por la calle, tendemos a estar absortos en nuestros propios pensamientos, pero es bueno advertir a la gente que tenemos alrededor; puede que haya alguien que esté llevando una carga pesada y que apreciaría nuestra ayuda (5).
Hay muchas ocasiones en las que, a pesar de no estar sintiendo una gran alegría o dolor, tendemos a enfocarnos en nuestras propias vidas y no en las de los demás. Por ejemplo, en la Ieshivá Torá Vedaas había ocasiones en las que no había suficientes sillas en un aula, por lo que los estudiantes tenían que traer sillas desde otra. Rav Shraga Feivel Mendelowitz, el fundador de la Ieshivá, solía decir que quien traía sólo una silla para sí mismo era meramente un shléper(alguien que se gana la vida llevando cosas), mientras que quien traía dos, una para sí y una para un amigo, era un báal jésed (una persona bondadosa) (6).
Hay numerosos ejemplos de pequeños actos de consideración que pueden traerle alegría a la gente. Además, aprendemos de Iosef que nunca podemos saber las consecuencias que tendrá un acto de bondad. El Alter de Slobodka zt"l dice que tampoco podemos saber la magnitud de la recompensa que recibimos por un pequeño acto de bondad. Él cuenta sobre la vez en que Yaakov quitó la piedra de la boca del pozo para que todos pudieran beber agua; este pequeño acto de bondad no parecería ser muy importante en comparación a las muchas mitzvot que hizo Yaakov en su vida. Sin embargo, es una fuente de gran mérito para el pueblo judío. Cada año recitamos una plegaria especial para la lluvia, Tefilas Guéshem. En esta plegaria mencionamos algunos de los grandes actos de los patriarcas, como cuando Yaakov venció al ángel de Esav. Sin embargo, también recordamos cuando Yaakov quitó la piedra: "Él [Yaakov] dedicó su corazón e hizo rodar una roca [para retirarla] de un pozo de agua". Todo acto de bondad que es hecho de todo corazón tiene un valor incalculable.
Espero que todos podamos aprender de nuestros patriarcas y llegar a ser realmente bondadosos.
(1) Vaiéshev 40:7.
(2) Vaiéshev 38:25.
(3) Baba Metzía 58b.
(4) Kaplan, Major Impact, p.53.
(5) Esto está muy relacionado a la mitzvá de priká (bajar de un animal su pesada carga) y pese a que puede que no constituya el cumplimiento técnico de la mitzvá, ciertamente refleja el cumplimiento del espíritu de la misma, que es preocuparse por el malestar de otro.
(6) Oído del Rav Isasjar Frand Shlita.
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