viernes, 6 de enero de 2017

Parashá De La Semana, Vaigash (Bereshit 44:18-47:27) 11

Parashat "Vaigash"


En esta ocasión: "El Midarsh cuenta..." 

Los hijos de Iaakov habían traído a Biniamín, tal como lo estipuló el virrey de Egipto, quien tras comprobar que todo está en orden, ordenó a su auxiliar, llenar sus bolsas con alimento, y colocar el dinero de cada uno en su equipaje, además, encomendó introducir su copa en la alforja de Biniamín, y darles viandas para el camino.


Transcurrió esa noche, y con la llegada del alba, los hijos de Iaakov madrugaron, colocaron los víveres sobre sus burros, y partieron hacia Kenaan, con Biniamín y su hermano Shimón, a quien habían recuperado. 

Pero antes que se hubieren alejado, Iosef ordenó al intendente de su casa: “Levántate, ve tras esos hombres antes de que se alejen de Egipto, y les dirás: ¿Por qué han robado la copa de mi señor?”.

El individuo acata la orden, y sale tras ellos, los alcanza, y les dice todo lo que su amo le ordenó.

Los hijos de Iaakov, al escuchar tal acusación, se encresparon en gran manera y dijeron: “¡En manos de quien se encuentra la copa de tu señor, que muera, y también nosotros seremos por esclavos!”.

Se dieron prisa, y cada uno desmontó el equipaje de su burro, buscaron en sus alforjas, y resultó que la copa se encontraba en la de Biniamín.


Lo que esto provocó

Tras este suceso, rasgaron sus ropas y tornaron a la ciudad. Además, reprendieron a Biniamín durante todo el camino.


Llegaron a Egipto, fueron conducidos a casa del virrey, y lo hallaron sentado en su trono, además, todos sus soldados de elite se hallaban apostados a su derecha e izquierda. El mandatario dijo: “¿Qué significa esto que han hecho?. ¿Han tomado mi copa y se marcharon?”.

Pero yo se que para saber a través de ella, donde se encuentra vuestro hermano perdido, la han tomado.

Iehuda le dijo: “¿Qué podemos decir a mi señor?. ¿Qué hablaremos y cómo justificaremos?. Di-s Halló el pecado de tus siervos, el día de hoy, por eso nos Ha hecho esto”.

Iosef se levantó, y tomó violentamente a Biniamín de ellos. Ingresó a su morada, y cerró la puerta frente a sus rostros.

Luego, el virrey ordenó al encargado de su mansión decir a los individuos: “Regresen en paz a vuestras casas, ya he tomado al varón en manos de quien se hallaba mi copa”.

Al apreciar Iehuda la actitud del mandatario, avanzó, derribó la puerta, e ingresó con sus hermanos, hasta quedar frente al virrey.

Entonces dijo: “No se enoje mi señor, y permíteme hablar unas palabras delante de ti”.

Iosef le dijo: “¡Habla!”.

Entonces, Iehuda, mientras sus hermanos también se hallaban presentes, comienza a hablar: “En principio, cuando vinimos a mi señor por alimento, y nos has tratado de espías, solicitasteis que trajésemos a nuestro hermano Biniamín, ¿y aun prosigues infamándonos el día de hoy?. Y ahora, escucha por favor, señor rey, mis palabras, y envía a nuestro hermano para que regrese con nosotros a su padre, para que no sea destruida tu alma, y las de todos los habitantes de Egipto el día de hoy.

Sabes lo que hicieron dos de mis hermanos Shimón y Levi a la ciudad de Shjem, y a las siete ciudades Emorreas por causa de nuestra hermana Dina, y ¿qué estarán dispuestos a hacer por nuestro hermano Biniamín?.

Además, yo poseo una fortaleza y valentía superior a la de ellos dos juntos el día de hoy, que descargaré sobre ti y toda tu tierra, si no aceptas enviar a nuestro hermano.

Seguramente has escuchado lo que Hizo nuestro Di-s, Quien nos eligió, al Faraón por causa de nuestra matriarca Sara, que fue tomada por él de nuestro patriarca Abraham, a quien asestó grandes flagelos, y también a su pueblo, a tal punto que pese a haber pasado tanto tiempo, aun en Egipto cuentan uno al otro acerca de este asombroso acontecimiento perpetrado por nuestro Di-s.

Eso mismo Hará nuestro Di-s a ti por Biniamín, a quien tomaste de nuestro padre, y por las aflicciones que nos estás ocasionando en tu tierra el día de hoy.

Pues recordará nuestro Di-s Su pacto con nuestro patriarca Abraham, y Traerá sobre ti mal, por causa que has perturbado el alma de nuestro padre.

Por eso escucha mis palabras que he hablado el día de hoy, envía a nuestro hermano, y nos iremos, para que no muráis, tú y toda tu gente por espada, pues no podrán todos ustedes conmigo”.


Iosef responde con fuerza

Iosef respondió: “¿Por que das rienda suelta a tu lengua, y te vanaglorias sobre nosotros diciendo que eres poderoso?. ¡Vive el Faraón, que si enviare sobre vosotros todos mis bravos guerreros, para que os enfrentaren, os hundiréis en vuestro esputo, tú y tus hermanos esos!”.


Iehuda replica: “¡Habríais de temer, tú y tu gente delante de mi!. ¡Vive Hashem, que si desenvaino mi espada, no tornará a su vaina, vacía, hasta que haya matado el día de hoy a todo Egipto!. ¡Comenzaré por ti, y culminaré con tu amo, el Faraón!”.

Iosef le respondió: “¡No solo tú eres fuerte y valiente, pues yo lo soy más que tú!. ¡Si sacas tu espada, la pasaré por tu cuello, y el de todos tus hermanos esos!”.
Iehuda insiste: “Si abro mi boca por ti, serás devorado, y desaparecerás de la tierra el día de hoy, junto con todo tu reinado”

Iosef le dijo: “Si abres tu boca, tengo suficiente fuerza y valor como para cerrártela con una piedra bien grande, hasta que no puedas emitir palabra alguna”. 
Y prosiguió: “Observa cuantas piedras tengo delante de mí, puedo tomar una, introducírtela en tu boca, y romperte las muelas”.

Iehuda intenta: “Hashem es testigo, que no buscamos esta guerra contigo desde un principio hasta ahora, solo danos nuestro hermano y nos iremos”.
Iosef respondió: “Vive el Faraón, que si vinieren todos los reyes de Kenaan con todos vosotros juntos, no lo tomarán de mi. Ahora váyanse, tomen vuestro camino hacia vuestro padre, y vuestro hermano será para mi por esclavo, pues robó la casa del rey”.

Iehuda le dijo: “¿Qué tienes tú con eso de llamarte rey?. El rey aporta de su tesoro a toda la tierra plata y oro en enormes cantidades, ya sea como préstamo, o en forma definitiva. ¿Y tú aun hablas sobre tu copa que colocaste en la alforja de Biniamín, y dices que te la robó?.

Di-s libre que nuestro hermano Biniamín, y la simiente de Abraham, haga algo así, de robar algo a ti o a otra persona, ya sea rey, ministro o cualquier alma. Por eso, acaba de hablar sobre este asunto, para que esas palabras no sean oídas por toda la tierra y digan: ‘por una pequeña cantidad de plata, riñe el rey de Egipto con los hombres, y por eso tomó de ellos a su hermano por esclavo’”.

Iosef respondió: “Llévense esta copa, retírense de delante de mi presencia, y dejen a vuestro hermano por esclavo, pues la ley declara que un ladrón debe ser convertido en esclavo”.
Iehuda le dijo: “¿Por qué no te avergüenzas por tus palabras?. ¡Devuelve a nuestro hermano y toma tu copa!.

Pues si nos dieres mil veces el valor de tu copa, no abandonaremos a nuestro hermano, siquiera por la plata que se halle en poder de todas las personas, daremos la vida por él”.
El virrey contestó: “¿Por qué abandonasteis a vuestro hermano (Iosef), y lo vendisteis por veinte monedas?. ¿Por qué no habéis de hacer lo mismo también con este hermano?”

Iehuda continúa: “Hashem es testigo entre tú y yo que no quisimos guerrear contigo, por eso, ahora danos a nuestro hermano, y nos iremos sin pelear”.

Iosef aclara: “Si reunieren a todos los reyes de la tierra, no podrán tomar a vuestro hermano de mis manos”.

Iehuda prosigue: “¿Qué responderemos a nuestro padre cuando vea que nuestro hermano no está con nosotros, y se preocupe por él?”.

El virrey contesta: “Esto es lo que habéis de decirle: ¡Fue la soga detrás del balde!”.
Iehuda intenta: “Tú eres rey, y ¿por qué hablas esas palabras, juzgando un juicio de engaño?. Pobre del rey que sea como tú”.

Iosef ataca nuevamente: “No hay juicio de engaño como la cuestión de la que hablaron, por Iosef vuestro hermano, al que vendisteis todos vosotros por veinte monedas a los Medianitas, y luego tornasteis a vuestro padre y dijisteis: ‘una bestia salvaje lo devoró’”.

Iehuda dijo: “El fuego de Shjem (la ciudad que destruyeron Shimón y Levi) se enciende en mi corazón, ahora quemaré a ustedes y toda vuestra tierra pasaré por fuego”.

Iosef le respondió: “El fuego de Tamar, tu cuñada, que mató a tus hijos apaga el fuego de Shjem”.

Iehuda prosigue: “Vive Hashem que si sería quitado de mi carne un pelo, llenaría de sangre todo Egipto”.

Iosef contestó: “Así es el juicio que hacéis, tal como habéis hecho a vuestro hermano que habéis vendido, y bañasteis su túnica en sangre, y la llevasteis a vuestro padre, para que crea que una bestia salvaje lo devoró”.

Iehuda oyó estas palabras, y enfureció, por lo que tomó una enorme piedra que había en el lugar, y la pulverizó, mostrando su notable fuerza.

Iosef se consternó por la demostración, por eso ordenó a su hijo Menashe que realice un acto similar con otra piedra de igual tamaño. El muchacho, cumple la orden de su padre, y pulveriza una gran roca, tal como Iehuda había hecho.

Iehuda pregunta a sus hermanos: “¿No me van a decir que este es un egipcio?. Su vigorosidad es característica de la simiente de nuestro padre”.

Iosef intervino: “No solo a vosotros fue dada la fortaleza, pues también nosotros somos vigorosos, entonces ¿por qué se vanaglorian todos ustedes?”.

Iehuda respondió: “Deja, por favor, ir a mi hermano, y no destruiremos tu tierra el día de hoy”.
El virrey replica: “Vayan y digan a vuestro padre que una bestia salvaje lo devoró, tal como dijisteis de Iosef vuestro hermano”.

Iehuda lleno de furia solicitó a su hermano Naftali: “Apresúrate y cuenta cuantos poblados hay en Egipto, y dímelo”. 



Ahora interviene Shimon


En tanto Shimón interviene y propone: “¿Para qué te tienes que molestar, voy al monte, tomo una enorme piedra, la pongo sobre todo Egipto, y mato a todos sus habitantes?”.

Iosef escuchó todas estas cosas, ya que ellos no sabían que comprendía Hebreo, pues hasta ahora hablaban a través de un intérprete, por eso, al enterarse de sus planes de destruir todo Egipto, el virrey se preocupó mucho, por lo que ordenó a su hijo Menashe que reúna todas las huestes de la nación.

En tanto, Naftali regresaba y pasaba el informe a Iehuda: “Hay doce sitios poblados en estas tierras”.

Iehuda sentenció, y comunicó a sus hermanos: “Desenvainen vuestras espadas, y destruyamos este sitio. Yo me encargo de tres poblados, y ustedes uno cada uno”.

Aunque no alcanzaron a salir para comenzar la matanza, que los batallones reunidos por Menashe rodearon a los hijos de Iaakov, y lanzaban feroces gritos de combate, aunque no les hacían daño, pues eso les había ordenado el virrey, que solo los atemoricen, pero sin tocarlos.
Los Hebreos temieron por el ensordecedor griterío, pero Iehuda les reclama: “¿Por qué teméis?. ¡La generosidad de nuestro Di-s está con nosotros!”.

En ese momento, Iehuda desenfundó su espada, dio un brinco, y perpetró un terrible rugido, que atemorizó a los egipcios, quienes huyeron despavoridos.

Los Hebreos fueron tras ellos, y los persiguieron hasta la casa del Faraón, lugar donde pudieron escabullirse, y escapar definitivamente. En tanto Iehuda se detuvo frente al virrey, y lanzó nuevamente un feroz y amargo rugido, que fue escuchado a gran distancia, provocando como causa de su potencia, que la tierra tiemble.

El Faraón quiere saber

El Faraón, tras este nuevo suceso, solicitó le informen que es lo que está pasando, y los ministros le contaron todo desde el principio hasta el final.

Por tal razón, envió decir a Iosef: “¿Para destruir todo Egipto has traído a los Hebreos?. ¿Qué tienes con el esclavo ladrón ese? ¡Déjalo que se vaya con sus hermanos!. De ese modo no seremos destruidos, tanto nosotros, como tú mismo, y la tierra de Egipto. 

Y si no estás dispuesto a hacer esto, abandona todo aquí, y vete con ellos a su tierra, si es que lo prefieres. Pues matarán a todos mis hombres, y encima todas las mujeres de Egipto perdieron sus embarazaos por sus gritos. Mira lo que han hecho con sus estruendos y sus palabras, y si combatieren con espada, acabarán por destruir lo que queda de la tierra. Ahora elige lo que prefieres: si a mi, o a los Hebreos, si a Egipto, o la tierra de los Hebreos”.
Enseguida transmitieron estas cosas al virrey, quien temió mucho por las palabras del Faraón.
Los hijos de Iaakov seguían gritando, y Iosef buscaba como darse a conocer a sus hermanos, pues temía que destruyan Egipto, y esa era la única fuente de alimento del mundo, por lo que si lo hacían, destruían el mundo entero.

Por tal razón, ordenó a su hijo Menashe que se dirija a Iehuda, y lo calme. El muchacho le pone su mano sobre el hombro, tranquilizándolo por completo.
Iehuda dijo a sus hermanos: “¿No me van a decir que este es un egipcio?. Su vigorosidad es característica de la simiente de nuestro padre”.

Iosef percibió que el furor de Iehuda se aplacó, por lo que se acercó a él para hablar en tono suave: “Es cierto todo el poder que habéis dicho poseer, y vuestro Di-s, Quién los desea os aumente bondades, pero dime por favor, ¿por qué tú peleas conmigo por el joven, y ninguno de tus hermanos abre su boca al respecto?”.

Iehuda respondió: “Tú sabes que me entregué como garante por mi hermano frente a mi padre, al cual dije que si no se lo traemos, habré pecado hacia él por la eternidad, es por eso que me he acercado a ti de entre todos mis hermanos, al ver que no era tu intención entregárnoslo, y ahora halle yo gracia en tus ojos, y envíalo para que vaya con sus hermanos, y yo quedaré en su lugar para servirte en todo lo que desees. Pues ante toda cosa que me encomiendes, iré a satisfacer tu deseo con toda mi gran fuerza. Envíame a un rey poderoso que se insubordinó a ti, y sabrás lo que haré a él y a su tierra, inclusive si posee carros y ejército poderoso. Mataré a todos, y te traeré la cabeza del rey.

Seguramente sabes, que Abraham, nuestro abuelo con su siervo Eliézer, destruyeron ellos dos a todos los reyes de Eilam con sus ejércitos en una sola noche, no dejaron sobreviviente. Y desde ese día, nos fue otorgada la fortaleza de nuestro patriarca por heredad a nosotros y nuestra descendencia por la eternidad”.

Iosef respondió y dijo: “Es verdad lo que dices, ya que nos fue dicho que los Hebreos poseen gran fuerza y Hashem, vuestro Di-s, los desea mucho, ¿quién puede frente a vosotros?.

Pero a cambio de esto enviaré a vuestro hermano: si trajeren delante de mi a su hermano por parte de su madre, al que dijisteis que descendió a Egipto. Será cuando me lo traigan, que lo tomaré en su reemplazo, teniendo en cuenta que ninguno de ustedes se ofreció como garante delante de vuestro padre por él. Será cuando lo traigan a mi, que os entregaré a vuestro hermano por el que os habéis ofrecido como garantes”.

Iehuda enfureció terriblemente al escuchar estas palabras, y de sus ojos manaron lágrimas de sangre. Dijo a sus hermanos: “¿Este quiere que lo matemos a él y a todo Egipto el día de hoy?”.

Shimón respondió: “Ya te dijimos al principio que no sabemos donde se encuentra, y tampoco si está vivo o muerto. ¿Por qué mi señor, hablas palabras como esas?”.
El virrey observó el rostro de Iehuda, y supo que despertó su ira al decir que traigan a su otro hermano en su reemplazo. En ese momento Iosef les dijo: “Ustedes dijeron que vuestro hermano falleció y se perdió, y he aquí, si lo llamo y viene me lo darán en reemplazo de Biniamín!.

Enseguida empezó el virrey a llamar: ‘Iosef, Iosef, ven hacia mi y te mostraré a tus hermanos’”.
Al hablar de ese modo, los individuos miraban en todas direcciones, para ver de donde vendría su hermano Iosef.



Iosef se hace el disimulado


Iosef vio todo lo que hacían, y les dijo: “¿Por qué miran hacia todos lados?, ¡Yo soy Iosef, vuestro hermano que habéis vendido, pues para otorgar vida en época de hambre me ha enviado Di-s delante de vosotros!”.

Sus hermanos se estremecieron, al escuchar lo dicho por Iosef, y Iehuda se consternó enormemente. En cambio, Biniamín, al escuchar las palabras de su hermano, salió de la casa, corrió a Iosef, lo abrazó, se arrojó sobre su cuello y lloró.
Los hermanos de Iosef vieron la actitud de Biniamín, por lo que también corrieron a abrazarlo.

El Faraón, en tanto se enteró que los hermanos de Iosef llegaron a Egipto, y de inmediato mandó a decirles que traigan todas sus familias y pertenencias, para quedarse a vivir en esta tierra.

Por eso, Iosef envió a sus hermanos de regreso a Kenaan para que busquen a su padre, y las familias, para que vengan todos a Egipto, ya que restaban aun cinco años de hambre en la tierra.

Así lo hicieron los hijos de Iaakov, e informaron a su padre de las buenas nuevas: “Iosef está vivo y es rey de Egipto”.

Esta noticia hizo revivir el espíritu de Iaakov, que ahora podía ver las carrozas enviadas por Iosef, y toda la delegación de escoltas que su hijo envió para que ayuden en el traslado. Y quedó atrás la pesadez de sus ojos y el abatimiento, que no le permitían ver en el pasado, todo eso había quedado en el olvido, y con ímpetu renovado se disponía a partir para poder apreciar a su amado hijo, por el que tanto había llorado y guardado duelo creyéndolo muerto.

Pero antes de llegar allí, a Iaakov le preocupaba que se lleve a cabo una cosa esencial para que puedan radicarse en Egipto: “la construcción de establecimientos de estudio”.

Por eso, pidió a Iehuda que se adelante para que acondicione inmuebles para que en ellos se enseñen las palabras de la Torá a los chicos, y también a sus padres. 

Este es un mensaje de Iaakov para todas las generaciones, ya que el pueblo judío, debería soportar a través de su historia, innumerables exilios, tal como lo describen los miles de libros compuestos por autores de todas las épocas, que narran lo ocurrido a través de los años.
El punto a tener en cuenta antes de trasladarse a un nuevo sitio, es la educación de los hijos, asegurarse previamente de que en ese lugar adonde uno va, haya establecimientos educacionales aptos y adecuados, que puedan transmitir a nuestros hijos las enseñanzas de nuestras raíces y fundamentos, nuestra historia como pueblo, las leyes de convivencia, y la conducta que es menester llevar para hallar gracia ante los ojos del Todopoderoso, y así poder tener una vida digna, grata y feliz aquí en este mundo, y también en el venidero.

Pues si uno elige un barrio, una ciudad, o un país solo porque en él hay buenas universidades para que los chicos puedan estudiar en ellas y se reciban de ingeniero, arquitecto, o físico nuclear, este título alcanzado, les permitirá quizá tener una perspectiva de empleo a un nivel más alto y jerarquizado, pero ¿quién puede asegurar que por el solo hecho de tener el título lograrán que los tomen para desempeñar funciones acorde a la carrera que han seguido?.

Pero supongamos que esto acontece y consiguen emplearse adecuadamente, en ese caso, ¿Quién les puede asegurar que gozarán de buena salud para poder desenvolverse adecuadamente en el futuro en ese empleo que han conseguido?.

De todos modos, si también esto sucede, ¿Quién puede garantizarles que su entorno se mantendrá íntegro permitiéndoles contar con un estado emocional equilibrado, fundamental para poder desarrollar sus actividades de manera eficiente, y de ese modo conservar el puesto por muchos años (o los clientes y el status de buen profesional en caso de ser un trabajador independiente)?.

Vemos que no es lo esencial elegir un lugar que se adecue a los objetivos mundanos y terrenales, pues la realización de tal meta será posible solo si todos los factores en conjunto nos permiten la concreción la misma, pues uno puede tener mucho dinero, y adquirir un yate para recorrer los mares del mundo, equiparlo convenientemente, y prepararse para la partida, pero su deseo podrá concretarse, solo si su estado de salud le permite emprender un viaje de ese tipo, detalle que no está en sus manos, sino en Sus manos.

Por eso, es menester primeramente, ocuparse de que nuestros chicos reciban orientación acorde a las enseñanzas de la Torá, la cual les permitirá vivir con seguridad y felicidad, por más que en sus vidas se interpongan eventuales amarguras, sinsabores, flagelos y desventuras, pues sabrán que a través de la observancia de los preceptos y el cumplimiento de la Torá, están obteniendo la gracia del Creador, y el pasaporte a la vida eterna, lo que les permitirá vivir felices también ahora, en su vida en este mundo. Entonces si, cuando definimos este aspecto, es el momento de buscar la mejor universidad para que nuestro hijo estudie medicina, arquitectura, física nuclear, o lo que desee para ganarse la vida en el futuro. Esta manera de proceder es la acertada, y la que conduce a la vida verdadera, grata, feliz y eterna. 

Shabat Shalom

R' David ben Israel
Fuentes utilizadas:
1 Sefer Haiashar
2- Midrash Rabá Vaigash 95:

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