Resumen de la parashá Ki Tisá
Cuando se hizo el censo de los israelitas varones mayores de veinte años (sujetos, por ende, a servir en el ejercito), cada uno de ellos debió pagar medio shekel de plata. Este metal era usado para la construcción del Santuario. Debía hacerse también una jofaina de bronce para ser utilizada por Aharón y sus hijos para el lavado de manos. Estaba ubicada en el atrio, entre el altar de ofrendas quemadas y la entrada al Santuario. Para ungir a sacerdotes y vasijas era utilizada una mezcla de aceite de cuatro hierbas aromáticas prescriptas, mezclada con aceite de oliva, y se preparaba incienso para uso sagrado, hecho con especies dulces seleccionadas.
Betzalel, de la tribu de Iehuda, y Oholiav, de la tribu de Dan, fueron elegidos por la Divinidad para aplicar su habilidad como artesanos a la supervición del trabajo de construcción del Santuario. Aunque la construcción del Mishcán era de la mayor importancia, no debía anular la observancia del shabat y el pueblo recibió ordenes de cesar todo trabajo durante el día de descanso.
Moshé había permanecido en el monte Sinaí durante cuarenta días y cuarenta noches y el pueblo, temiendo que no regresara, reclamaba un objeto visible que pudiera adorar. Persuadió a Aharón para que diera forma a la imagen de un becerro, fundiendo el oro de sus joyas. Los judíos llevaron ofrendas quemadas y de paz a ese ídolo, alrededor del cual cantaron y danzaron. Ese despliegue de herejía provocó la ira de D-s, y ordenó a Moshé que descendiera. Le informó del pecado de Israel y declaró que destruiría a esa nación traidora. Moshé suplicó al Señor que tuviera piedad y no diera a los egipcios la oportunidad de regocijarse con la desgracia de los israelitas, sino que recordara Su pacto eterno con los patriarcas. Al oír este ruego, Hashem concedió al pueblo judío una nueva oportunidad.
Mientras descendía de la montaña el diecisiete de Tamuz, con las dos Tablas de la Ley grabadas por D-s, Moshé oyó los gritos de la orgía y al observar la oprobiosa conducta del pueblo, las arrojó al suelo. Luego, destruyó el becerro de oro y lo echó al fuego, después de lo cual lo molió hasta convertilo en polvo, que echó en una corriente de agua de la cual hizo beber al pueblo. Reprochó a Aharón por lo ocurrido y éste se justificó diciendo que se vio forzado a cumplir las demandas del pueblo. Moshé convocó a todos sus partidarios a reunirse alrededor de él y la tribu de Levi respondió inmediatamente. A su orden, los miembros de Leví recorrieron el campamento y mataron alrededor de trescientos jefes de la revuelta. El amor y la compasión de Moshé por el pueblo lo impulsó a rogar al Señor que lo perdonara, pues si fuera destruido él perdería el deseo de vivir. La respuesta que recibió fue que sólo serían castigados aquellos que habían pecado intencionalmente, y que en vista de la intercesión de Moshé el pueblo sería conducido a la Tierra prometida por un envaido de Hashem, no por El mismo. Al enterarse de la reprobación del Señor por sus acciones, los israelitas se lamentaron y se quitaron los ornamentos en señal de pesar.
Moshé levantó su tienda fuera del campamento que había sido profanado por el becerro de oro. En íntioma comunión con D-s pidió una revelación de los atributos divinos para ayudarlo en la conducción del pueblo. El Señor volvió a asegurarle que El sería piadoso y guiaría a los judíos hacia Eretz Israel, pues Moshé personalmente había hallado gracia en Sus ojos. En respuesta a un pedido de que se le permitiera contemplar la Gloria Divina, se le dijo a Moshé que ningún mortal podía ver a Hashem y continuar viviendo. No obstante, se le permitió una mirada fugaz al resplandor divino a través de una grieta en la roca montañosa.
Una vez más Moshé ascendió solo a la montaña, llevando consigo las dos nuevas tablas de piedra que se le habia ordenado preparar. D-s descendió en una nube, se reveló como el Señor de la Piedad, la Bondad y la Verdad, y renovó Su pacto con Israel repitiendo los principales mandamientos que había dado previamente. Estos incluían la prohibición de la idolatría, la observancia de las festividades y la santificación del Shabat.
Hashem inscribió los Diez Mandamientos en las dos tablas de piedra, mientras Moshé registraba el contenido del pacto renovado. Después de pasar otros cuarenta días y cuarenta noches en la montaña, lapso durante el cual se abstuvo de comer y beber, Moshé descendió de la montaña y regresó al campamento. Su rostro refulgía con el resplandor Divino. A continuación comunicó las palabras del Altísismo, oídas por él en el monte Sinaí, a Aharón, los ancianos y toda la asamblea. Luego que hubo terminado de hablar se cubrió el rostro radiante con un velo. De allí en más sólo se lo quitaba cuando se encontraba ante la presencia del Señor, o cuando transmitía Su mensaje al pueblo.
(Extraído del libro "Lilmod ULelamed" de Edit. Yehuda)
Estudiando algunos midrashim
Extraido de El Midrash Dice. Edit. Bnei Sholem
Betzalel es Designado como el Constructor del Mishkán y Aholiav como Su Asistente
Cuando a Moshé, durante su estadía en el Cielo, se le contó acerca de la futura construcción del Mishkán, tuvo la impresión de que a él le era mandado construirlo con sus propias manos. Cuando estaba a punto de abandonar el Campo Celestial, Hashem le reveló, "A pesar de que Yo te exhibí el diagrama del Mishkán y la estructura de todos sus componentes, tú no eres el artesano que lo construirá. ¡Tu tarea es ser un líder no un artífice!"
"¿Quién entonces será el constructor del Mishkán?" inquirió Moshé.
"A Betzalel ben Uri ben Jur le fue asignada aquella tarea," Hashem le informó.
Betzalel era el hijo de Jur quien había sido asesinado durante el incidente relacionado con Becerro de Oro. La construcción del Mishkán por medio del hijo de Jur expiaba por la culpa de la muerte de Jur. Betzalel era el bisnieto de la hermana de Moshé Miriam. Ella fue recompensada con un sabio y comprensivo descendiente que supo cómo construir el Mishkán como recompensa por su temor de Hashem el cual la impulsó a ella a desobedecer la orden del Faraón de asesinar a los recién nacidos judíos en Egipto. En aquel tiempo, Betzalel tenía solamente trece años de edad. Moshé por lo tanto se preguntaba cómo a alguien tan joven en años le podía ser otorgada la inmensa tarea de erigir un Mishkán.
Hashem, no obstante, mostró a Moshé aquel mismo libro que El había también mostrado al primer hombre, Adám. En él estaban registrados los nombres de todos los reyes, líderes y profetas judíos hasta el tiempo del Mashíaj. El nombre "Betzalel" estaba registrado como el constructor del Mishkán. "El fue destinado para esta tarea desde la Creación," Hashem le reveló a Moshé.
A ningún líder le es conferido alguna vez cargo de una comunidad a menos que fuera previamente designado por el Cielo.
De acuerdo con la regla de que es correcto consultar a la comunidad antes de designar a un líder sobre ellos, Hashem preguntó a Moshé, "¿Te parece Betzalel digno para esta empresa?" "Si él es digno en Tus Ojos," replicó Moshé, "ciertamente lo es en los míos." Cuando Moshé más tarde presentó a Betzalel al pueblo como el arquitecto del Mishkán, él a su vez les preguntó, "¿Accedéis a que Betzalel se convierta en el constructor?" "Si él es digno a los ojos de Hashem y a los vuestros," respondieron los Benei Israel, " es ciertamente bueno a los nuestros."
Betzalel fue inspirado por Hashem con sabiduría y comprensión Divina para poder tener éxito en su misión. El supo el código Divino por el cual el cielo y la tierra habían sido creados. Fue de tal modo capaz de crear el Mishkán, una tarea que era equivalente a la creación del universo.
Al igual que Moshé fue mostrado una visión de la detallada estructura de cada vasija del Mishkán, así fue Betzalel concedido una visión Celestial de la forma y diseño de todo objeto.
Betzalel fue un leal artesano que se esforzó a sí mismo al extremo para cumplir las instrucciones de Hashem. La Torá por consiguiente lo recompensa vinculando su nombre a cada objeto particular en el Mishkán en toda esta parshá.
Moshé ordenó a Betzalel, "Primero construye el arón, luego las otras vasijas, y finalmente la tienda del Mishkán."
"Mi rebe, Moshé," objetó Betzalel, "si alguien construye una casa, ¿no construye primero su estructura exterior para proteger su moblaje? Si yo construyo al arón primero, ¿dónde subsecuentemente lo ubicaré una vez que sea completado? ¿No os ha dicho Hashem que yo debería primero construir el Mishkán mismo, y luego el arón, y los otros accesorios?"
"Tienes razón," admitió Moshé. "Vos podéis ser llamado uno que está a la sombra de Hashem, porque poseéis la sabiduría para desentrañar el significado secreto tras Sus palabras." De aquí el nombre "Betzalel," compuesto de las palabras "betzel kel - él que estuvo a la sombra del Todopoderoso."
Hashem le ordenó a Moshé designar como asistente de Betzalel a Aholiav de la Tribu de Dan. Aholiav no hizo trabajo independiente, sino ayudó a Betzalel con cada fase de la construcción. Hashem unió como artesanos a Betzalel, un miembro de la Tribu de Iehudá, y a Aholiav, de la Tribu de Dan. Iehudá era la más exaltada de las Tribus y Dan la más humilde. Uniéndolos, Hashem les enseñó a los judíos no despreciar a la Tribu de Dan porque a los ojos de Hashem el grande y el pequeño son iguales.
Una persona más pequeña que sirve a Hashem con todas sus capacidades está al mismo nivel de una más dotada, porque Hashem juzga a un hombre de acuerdo con las intenciones de su corazón.
Después de Cuarenta Días en el Cielo, Moshé Recibe Dos Lujot (Tablas) de Zafiro
Después de matán Torá (entrega de la Torá) Moshé permaneció en el Cielo por cuarenta días, aprendiendo la Torá directamente de Hashem.
Hashem le enseñó a Moshé las reglas de la interpretación (de la Torá), para que él pudiera derivar el cuerpo íntegro de la halajá de las palabras y letras de la Torá. A pesar de que Moshé estudió diligentemente, su mente no retuvo ninguno de los principios que había escuchado de Hashem. Después de cuarenta días de estudio intensivo, su mente estaba todavía en blanco. Posteriormente, Hashem le concedió, como don Divino, el poder para retener su aprendizaje.
La inhabilidad de Moshé para recordar sus estudios se debió al hecho de que todavía no se había transformado él mismo de un ser físico a uno espiritual. Sus cuarenta días en el Cielo fueron un renacer espiritual, paralelo al período de cuarenta días cuando el embrión es formado en el útero de la madre. Solamente al fin de aquel período Moshé logró la capacidad espiritual requerida para retener la Torá.
La perseverancia de Moshé sirve como una lección para aquéllos que usan a la pobre memoria como una excusa para no esforzarse ellos mismos en el estudio de Torá. Deberían aprender de Moshé, quien persistió en sus estudios a pesar del fracaso de su memoria. El fue por consiguiente recompensado con la capacidad para retener todo su conocimiento de Torá.
Al fin de los cuarenta días, Hashem le entregó a Moshé dos lujot (tablas) de zafiro de idéntica forma y tamaño. Sobre ellas, El había grabado los Diez Mandamientos. ¿Por qué les fue entregado a Benei Israel los Diez Mandamientos inscriptos sobre lujot, antes que un Rollo de Pergamino Divino conteniendo la Torá íntegra?
Cuando un joven niño comienza la escuela, su maestro le presenta el Alef- Bet escribiendo las letras sobre el pizarrón. Sólo más tarde, cuando está familiarizado con el Alef- Bet, le serán dados libros para estudiar.
Hashem, para decir así, presentó a los judíos la Torá poniéndolos en conocimiento de los Diez Mandamientos (los cuales contienen los conceptos básicos de Torá), y sólo más tarde El ciertamente les entregó un rollo de pergamino de la Torá entero. Hashem eligió inscribir los Diez Mandamientos sobre un mineral duro (zafiro) para enseñar a Benei Israel que la omisión de observar las mitzvot de Hashem resultaría en el castigo de lapidación (skilá) por el Beit Din. Antes que inscribir todos los Diez Mandamientos sobre una única tabla, Hashem los escribió sobre dos lujot separadas, para simbolizar:
- cielo y tierra
(Para enseñarnos que el cielo y la tierra fueron creados solamente por consideración al estudio de Torá y su cumplimiento.)
- jatán (novio) y kalá (novia)
(La primer tabla contiene los mandamientos relativos al hombre y su Creador, que es llamado el jatán de K-lal Israel. La segunda tabla representa la kalá, K-lal Israel, dado que versa sobre los mandamientos gobernando la relación del hombre con su semejante.)
- dos shusvinim (ujieres)
(Las dos tablas simbolizan los dos ujieres que presentaron al pueblo judío a la Torá: Moshé, quien sobresalió en los mandamientos entre el hombre y su Creador; y el bondadoso y amante de la paz Aharón, quien cumplió perfectamente los mandamientos entre el hombre y su semejante.)
- olam hazé (este mundo) y olam habá (mundo por venir)
(El que cumple lo que está inscripto en ambas lujot adquiere ambos mundos.)
Por Qué Benei Israel Tropezaron en el Jet Haeguel (Pecado del Becerro de Oro)
La grandeza de la Generación del Desierto no puede ser subestimada. Después de pronunciar "naasé venishmá," en Har Sinai, ellos parecían ángeles antes que humanos. Habían recobrado el nivel de Adám antes de que pecara, y Hashem los declaró libres del poder del Angel de la Muerte.
El Rey David proclamó acerca de aquella generación, "Felices son aquéllos cuyo camino es perfecto, quienes caminan en la Torá de Hashem" (Tehilím 119:1). Hashem escogió a la Generación del Desierto por sobre todas las otras para recibir Su Torá, sabiendo que ellos eran tzadikím (justos) . Eran fuertes en espíritu y controlaban su ietzer hará.(instinto malo)
Si es así, ¿por qué tropezaron en el Pecado del Becerro de Oro?¿Por qué Hashem no los protegió del pecado, como El usualmente escuda a Sus tzadikím?
Hashem permitió el pecado del eguel puesto que sirvió como un signo de esperanza y aliento para K-lal Israel por todas las generaciones futuras. El incidente del Becerro de Oro probaría que no importa cuán lejos una comunidad judía se descarriara fuera de la senda de Torá, ella nunca estaría más allá de la teshuván (arrepentimiento). Si después de un pecado tan severo como el jet haeguel los Benei Israel fueron reaceptados por Hashem, ninguna comunidad podría alguna vez alegar que ella había caído demasiado bajo para retornar a Hashem.
Debe ser también tenido en mente que la dificultad de una prueba está en proporción a la grandeza de la persona (o de la generación). Más grande el nivel espiritual, más severa la prueba. Al igual que Adám, el primer hombre, fue probado para determinar si sometería sus propios cálculos a la finalidad de la voluntad de Hashem ( y fue por consiguiente confrontado a la inmensa tentación de la Fruta Prohibida del etz hadaat - arbol del conocimiento), así fueron K-lal Israel, al comienzo de su historia como nación, sometidos a una prueba mayor. Ellos fueron requeridos de abandonar el razonamiento humano y seguir la palabra de Hashem. (Fueron probados para ver si pondrían su fe absoluta en las palabras del profeta de Hashem, Moshé. El les había prometido que retornaría, y ellos fueron requeridos creer, a pesar de sus lógicas razones para asumir que no lo haría y su aparente justificación en buscar un sustituto.). La subsecuente condena de Hashem del pecado de aquella generación fue relativa a sus grandes capacidades. Hashem culpó a la comunidad entera por su omisión de protestar contra el mal y su contribución de oro para hacer una imagen. En realidad, solamente los Erev rav (tres mil personas, o medio porciento de la población) activamente adoraron al Becerro de Oro.